martes, 3 de julio de 2012

SOGNO DI FRANCISCO GOYA Y LUCIENTES, PITTORE E VISIONARIO

La notte del primo maggio del 1820, mentre la sua intermitente pazzia lo visitava, Francisco Goya y Lucientes, pittore e visionario, fece un sogno.

Sognó che con la sua amante della gioventù stava sotto un albero. Era l’austera campagna di Aragona, e il sole era alto. La sua amante stava su un dondolo, e lui la pingeva per la vita. La sua amante aveva un ombrellino di pizzo e rideva con risate brevi e nervose. Poi la sua amante cadde sul prato e lui la seguì a ruzzoloni. Rotolarono sulle pendici del colle, finché arrivarono a un muro giallo. Si affacciarono al muro e videro dei soldati, illuminati da una lanterna, che stavano fusilando degli uomini. La lanterna era incongrua, in quel paesaggio assolato, ma illuminava lividamente la scena. I soldati spararono e gli uomini caddero coprendo le pozze del loro sangue. Allora Francisco Goya y Lucientes sfilò il pennello da pittore che teneva alla cintura e avanzò bradendolo minacciosamente. I soldati, come per incanto, sparirono, spaventati da quell’apparizione. E al loro posto apparve un gigante orrendo che stava divorando una gamba umana. Aveva i Capelli sporchi e la faccia livida, due fili di sangue gli scorrevano agli angoli della bocca, i suoi occhi erano velati, però rideva.

—Chi sei?, gli chiese Francisco Goya y Luicientes.

Il gigante si pulì la bocca e disse: sono il mostro che domina l’umanità, la Storia è mia madre.

Francisco Goya y Lucientes fece un passo e brandì il suo pennello. Il gigante sparì e al suo posto apparve una vecchia. Era una megera sdentata, con la pelle di cartapecora e gli occhi gialli.

—Chi sei?, le chiese Francisco Goya y Lucientes.

—Sono la disillusione, disse la vecchia, e domino il mondo, perché ogni sogno umano è sogno breve.

Francisco Goya y Lucientes feche una passo e brandì el suo pennello. La vecchia sparì e al suo posto apparve un cane. Era un piccolo cane sepolto nella sabbia, solo la testa restava fuori.

—Chi sei?, gli chiese Francisco Goya y Lucientes.

Il cane tirò bene fuori il collo e disse: solo la bestia della disperazione e mi prendo gioco delle tue pene.

Francisco Goya y Lucientes fece un passo e brandì il suo pennello. Il cane sparì e al suo posto apparve un uomo. Era un vecchio grasso, con la faccia bolsa e infelice.

—Chi sei?, gli chiese Francisco Goya y Lucientes.

L’uomo fece un sorriso stanco e disse: sono Francisco Goya y Lucientes, contro di me no potrai nulla.

E in quel momento Francisco Goya y Lucientes si svegliò e si ritrovò solo nel suo letto.


1 comentario:

  1. SUEÑO DE FRANCISCO DE GOYA Y LUCIENTES, PINTOR Y VISIONARIO
    La noche del uno de mayo de 1820, mientras su intermitente locura lo visitaba, Francisco de Goya y Lucientes, pintor y visionario, tuvo un sueño.
    Soñó que con su amante de la juventud estaba bajo un árbol. Era el austero campo de Aragón, y el sol estaba alto. Su amante estaba sobre un mecedor y el la empujaba por la cintura. Su amante tenía un sombrerito de encaje y reía con carcajadas breves y nerviosas. Después su amante cayó sobre el prado y él la siguió rodando. Rodaron por las pendientes de la colina, hasta que llegaron a un muro amarillo. Se asomaron al muro y vieron unos soldados, iluminados por una linterna, que estaban fusilando a unos hombres. La linterna era incongruente, en aquel paisaje soleado, pero iluminaba lívidamente la escena. Los soldados dispararon y los hombres cayeron cubriendo los charcos de su sangre. Entonces Francisco de Goya y Lucientes sacó el pincel de pintor que tenía en el cinturón y avanzó blandiéndolo amenazador. Los soldados, como por encanto, desaparecieron, asustados por aquella aparición. Y en su lugar apareció un gigante horrendo que estaba devorando una pierna humana. Tenía los cabellos sucios y la cara lívida, dos hilos de sangre le recorrían los extremos de la boca, sus ojos estaban velados, pero reía.
    ¿Quién eres?, le preguntó Francisco de Goya y Lucientes.
    El gigante si limpió la boca y dijo: soy el monstruo que domina la humanidad, la Historia es mi madre.
    Francisco de Goya y Lucientes dio un paso y blandió su pincel. El gigante desapareció y en su lugar apareció una vieja. Era un a bruja desdentada, con la piel de apergaminada y los ojos amarillos.
    ¿Quién eres?, le preguntó Francisco de Goya y Lucientes.
    Soy la desilusión, dijo la vieja, y domino el mundo, porque todo sueño humano es sueño breve.
    Francisco Goya y Lucientes dio un paso y blandió su pincel. La vieja desapareció y en su lugar apareció un perro. Era un pequeño perro sepultado en la arena; sólo la cabeza le quedaba fuera.
    ¿Quién eres?, le preguntó Francisco de Goya y Lucientes.
    El perro estiró bien el cuello y dijo: soy la bestia de la desesperación y me burlo de tus penas.
    Francisco de Goya y Lucientes dio un paso y blandió su pincel. El perro desapareció y en su lugar apareció un hombre. Era un viejo gordo, con la cara cianótica e infeliz.
    ¿Quién eres?, le preguntó Francisco de Goya y Lucientes.
    El hombre sonrió cansado y dijo: soy Francisco de Goya y Lucientes, contra mí no podrás nada.
    Y en aquel momento Francisco de Goya y Lucientes si despertó y se volvió a encontrar en su lecho.

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