sábado, 17 de abril de 2010

A UN AVARIENTO


En aqueste enterramiento
humilde, pobre y mezquino,
yace envuelto en oro fino
un hombre rico avariento.

Murió con cien mil dolores
sin poderlo remediar,
tan solo por no gastar
ni aun gasta malos humores.

Francisco de Quevedo (1580-1645)

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